Poemas de desahogo.

las mil y una noches argentinas.


Al fin, al grito de la mañana despertamos.
Como si fuésemos humanos.
Tocamos nuestros ojos con las manos.
Irrespetables silencios de hermanos.

Llantos, ruidos y disparos desaparecidos.
Peones desprotegidos, alfiles fastidiados.
Reyes que se enfrentan con su propio reino.
Y el tablero se da vuelta y se tilda de un color rojo.


Setenta y tres periódicos han de haber leído.
Setenta y cuatro jueces de mucha muerte.
Setenta y cinco corazones se han perdido.
Setenta y seis nunca me olvido.

Juguemos un juego mi amigo.
El escondite oscuro en la conciencia.
Ese que te dejara vivir a gusto de pluma.
Sin remedio alguno que la falta de tu hogar.



Y con el final de tu nombre que ya no será igual.





Perdón por olvidar.

Olvido las llaves en un cantero.
Olvido mi alma en mi cama a la mañana.
Olvido que traigo puesta una lagrima en mis ojos.
Olvido que me muero por saber que es lo que hay en tu mente.
Olvido que soy yo el que siente que le quema el corazón.
Olvido que te amo y eso me genera odio.
Pero lo que nunca olvido es lo bonito que fue habernos conocido.