jueves, 25 de octubre de 2007

El y su inconciente se juntan.

¿Como estas?. espero que bien, ultimamente me siento algo agotado por la ardua tarea del ser humano. El tema del que quiero hablarle es el siguiente querido amigo, una pequeña historia acerca de la simplicidad y sus quiebres emotivos irracionales en las personas. Esta es la pequeña historia de un niño, Santiago Nausiuvac, de tan solo diez reprimidos años.
Los temores comienzan ya desde el nacimiento y a veces acaban con la muerte.
Era el alba el que entraba por la ventana y pegaba en el espejo de su cuarto amarillento, el calor era agoviante, su matutino despertar lo mostraba algo cansado pero con ganas de empezar un nuevo dia, fresco y sin apuros se levanto con la retina de sus ojos seca. Prontamente vio la arboleda que se cubria por la nitida niebla que emitia un presagio dudoso de lo que pasaria ese dia.
N i cuenta se dio al salir del cuarto de lo que le ocurriria al cruzar la puerta cancel del pasillo que daba al comedor antiguo. Se fijo en el piso y se acordo de que tendria que limpiar porque su madre vendria cansada, arremetida por el caos de la ciudad y el se encontraba solo. El cielo de maravillas anunciaba el fin del atardecer frio. Se sonrio lentamente al caer la noche.
Prendio el viejo radio y se sento para poder oir las propagandas morbosas y el partido de fin de semana, cuando... un ruido! muy fuerte se escucho y luego un rayo, y empezo a llover tan rapido que no se veia el cielo la luna parecia entristecerse. ,Mientras tanto Santiago se tapaba, sentado en una silla, con una pequeña manta entretejida por un hilado lleno de polvo.
No puedo explicarle la cara del niño al ver que se asomaba del techo el horror, el sufrimiento, los gritos que dio y como se entumecia su cuerpo , la transpiracion y que efimero era el tiempo al caer esa linea que pendia del cielo razzo, las ocho patas y su forma horrenda acompañada de piliferos. Se paro asustado y empezo a correr, y atras el espectro siguiendolo queriendolo atrapar, lo pudo haber pisado, matarlo y asi deshacerse de aquello, pero su miedo no le permitia acercarse, que susto- dira usted- pero si uno siente lo mismo que sentia el niño sabria que no por eso su corazon se sintio molesto y quien sabe si nunca hubiese terminado alli en donde termino, en su cama y el alba devuelta, mientras la madre abria la puerta.