jueves, 7 de mayo de 2009

Cultura de muerte.

En unos instantes podremos detenernos a oír la orquesta
Esta conformada por seis trompetistas de distintos países
¿Pero que importa?
Es como una conjunción de perros en un corral jugando con una pelotita de tenis,
Ahora, ese sonido fue desafinado, ¿pero quien se dio cuenta en el publico?
Pagan sus tickets y se sientan, total son cultos, la música pasa desapercibida
Menos para algunos, quizás sean los abocados a esta, los verdaderos interesados
Pero no es tan así, también es tan desahuciado al igual que un silencio agónico para ciertos seres
Que se esconden bajo sus camperas… bajo sus chaquetas; así es como el sol mueve la orquesta
Las estrellas arriban con sus notas perdidas y tan sincronizadas a la vez, como las constelaciones.
Mientras que la luna a veces llena, contenta y fugaz como su noche, mece al público florido en ese ritual,
En ese vaivén asesino de la dulce llegada a los tímpanos, hambrientos seres mastican fuerte con sus dientes
Esos pedazos de carne de los leones desaforados que sobreviven al instinto social al desanimo fluido que
Aparece cada día en un nuevo amanecer, en un florido sueño de los dioses que nunca pudieron
Controlar, aquella canica repleta de aura humana que va en el juego de unos dedos y termina en el choque de mundos,
Es por eso que arriman sus estadísticas de victoria a la nada, solo a un juego idiota con un único final, la muerte.

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