martes, 3 de agosto de 2010

Nicanor


Aquel día pendular, sentí, con cierto estremecimiento

Un golpazo en el sótano, con el conocimiento

De que nadie habría allí y el acierto, de que en un avistamiento

Nunca hubiese podido imaginar la presencia incontinua,

Pecaminosa y espectral de aquel animal, de mente ingenua.

Baje las escaleras con un miedo espontáneo,

Y sufrí un dolor instantáneo, al ver al gatuno compañero nocturno,

Tuve la curiosa sensación de no poder despertar.

Era un día en la noche, como un oscuro corcel,

Galopante, aventado, y voluptuoso.

Sin embargo, el sorpresivo visitante

Era tenebroso, maullador, de una calle inmigrante,

Se encontraba en mi sótano, sobre una gárgola,

No sonreía, pues menos la cola movía,

Más de prisa me acerque y retruque:

Que será lo que hoz trae aquí, quizás la muerte halle en usted, así como lujuria en algún perdido

¡Nicanor! Quizás seas la reencarnación del dolor.

Y el diminuto profeta del destino, cerro sus ojos como bien lo hizo el frío del invierno al ver al presuntuoso verano de aquel diciembre, no dijo nada, solo maulló, tome un poco de alambre, para ver su reacción, pero solo, pude escuchar una canción:

“Bellos días, van sonrientes,

Nubes negras que ahí vienen

Sombra llena de muerte

¡Luz apáñate ya!

Se acerca noche buena,

Ya esta por empezar,

A repartir los regalos de los niños

A recoger las almas de encendidos

¡A iluminar la paz!

Mientras corren esas nubes

¡Con su trineo, es mortal!

Llego con el la navidad.”

Resonó en mis oídos, odiosamente, como el zumbido de una mosca en el centro de la noche, los pequeños canturreaban como aves al amanecer o como un reloj despertador mas bien.

El, endemoniado, se había escondido no lo podía ver, al acercarme a un pequeño candelabro, tome un cerillo y lo encendí,

Allí detrás estaba el, mirando con sus pequeños óvalos de fuerte color, con esas garras que les atraviesan levemente.

¡OH! Nicanor que pudor! Acaso serás tu?- le dije.

Y el me dijo, con un sonido nada parecido: no lo se, quizás lo sea.

Mas conmoción se instalo en mi imaginación, pero ya que corría con suerte la nieve sintiose mas calida que alguna vez,

Pues algo nuevo empezó de a momentos

En aquel momento.

El visitante corrió alrededor del sótano, hasta que una ventisca escasa origino un fuerte apagón.

La vela cayo. Nicanor, la vela cayo.

No hay comentarios: