martes, 3 de agosto de 2010

Carta a Cristal desde Monaco.

Cristal te he extrañado tanto, solo las horas saben el tiempo que transcurrió desde que empecé a extrañarte, tu brillo inmundo pero sincero me ha limpiado el alma en mis momentos de decline, Max esta muy bien, dice que espera con ansias tu vuelta, los chicos patalean y lloran porque ya no hay nadie que los lleve de paseo como lo hacías tu, solían observarte por varias horas, no se si lo recuerdas. Ahora te escribo para decirte como van las cosas un poco, la temporada pasada estuve en un pequeño hotel en Bahía Blanca, me atendieron bastante bien, es poco usual que esto ocurra. El hotel tenia una estructura inglesa muy rara, todos los iguales caminábamos por donde nos plazca, la convivencia era muy buena, eso no es lo que importa al estar totalmente solo, sentía un cierto temor infantil por la oscuridad, el caso es que al tercero o cuarto día ( ya no lo recuerdo ) empecé a escribir una nota para el periódico donde actualmente trabajo, la nota trataba sobre la censura política que hubo en los gobiernos militares ya que pronto pasaría una fecha memorable, pero no me sentía tan a gusto estando solo, todo se tornaba extraño el temor me invadía fuertemente, era raro que me atiendan tan placidamente, cada dos horas llamaban a mi habitación a ver si me encontraba bien o si necesitaba algo, pero solo quería concentrarme en mi labor. Allí me acorde de usted, me acorde, de su compañía en esos momentos en los que recién empezaba. El dueño del hotel me había dicho que no podía llevar a nadie conmigo y era un poco autoritario se llamaba Jorge, era un poco alto con un bigote cerdoso, parecía manejar a sus empleados con cierta autocracia, los mandaba a todos lados, tenia una mirada fría y penetrante. Sospeche algo raro desde el momento en que entre al hotel. El quinto día, el de mi escapatoria, fue el día mas trágico, había estado escribiendo por varias horas y analizando todo el texto desde el encabezado hasta el epígrafe, los empleados venían usualmente a preguntarme cosas, como por ejemplo: si quería algo para tomar, o si necesitaba que limpien el cuarto... si bien esto no me pareció raro, porque se suele limpiar los cuartos diariamente, si me pareció raro que sea mi ultimo día y que me atiendan con tal entusiasmo, mas tarde casi a la hora de la merienda de Max, uno de los empleados me ofreció café y me lo trajo hasta mi cuarto con tres medialunas, y textualmente me dijo: “que disfrute mucho su ultimo café, cortesía de la casa”-. A lo cual acepte su gesto, y tome el café, el empleado se fue y me dejo solo, empecé a sentir un sueño muy profundo y holgazán que me fue dominando, mi vuelo era el vespertino para mi consuelo, asíque me recosté. En el instante que me levante, me encontré a mi mismo sorprendentemente en el suelo, que estaba demasiado frío, amordazado, maniatado y con mis pies y manos atados, no podía ver nada, una venda me cubría los ojos, todo el cuarto estaba oscuro, escuche la puerta cerrarse, pensé que moriría, todavía no lo puedo entender cristal. Varias horas pasaron desde que me habían hecho esto, luego entendí, note porque me habían hecho esto, “la nota” pensé, y entonces, escuche los pasos en el pasillo, la perilla de la puerta abrirse lentamente, y me di cuenta que la democracia se había terminado, un nuevo proceso empezaba, intente moverme, mi suerte estaba echada, pero nunca me rendiría, deje que entrara “el empleado” me saco la mordaza y me dio para que bebiera un poco de agua también dejo un plato de comida y un tenedor, para que pudiera comer de alguna forma, pero sin desatarme y entonces se fue. Intente pensar alguna forma de escapar, y se me ocurrió una idea brillante, tome aquel tenedor y enganche un pedazo de la punta de la soga y empecé a tirar fuertemente para que pudiera irse desatando, me costo mucho tiempo poder hacerlo, pero al fin lo logre, una vez desatadas mis muñecas me libere completamente, mi idea primordial fue la de todo ser humano la de salir por la puerta, pero allí me di cuenta que me verían todos y me volverían a atrapar, entonces como estaba en el primer piso tome la soga que ataba mis brazos, la sabana y las cortinas del baño y uní todas las partes en una, Salí al balcón y las ate a las rejas para poder bajar hasta la calle, al llegar al suelo, uno de los empleados me vio y empezó a perseguirme, pude escaparme por un callejón. Llegue hasta el aeropuerto, como un fugitivo, y cambie mi pasaje a Francia (donde me encuentro ahora). Desde aquí mande pasajes para Max y los chicos. Ahora estamos todos bien Max sigue cuidando de ellos, como si fueran sus hijos, gracias a dios esta aquí conmigo. Mi trabajo no facilita mi relación con los chicos, pero bueno Max es como un abuelo para ellos. Ha pasado más de un año y recién ahora me puedo poner en contacto, nadie más que usted debe saber de esta carta, espero, cristal, que todo este bien en su vida, espero que haya podido luchar para sobrevivir, y perdón por no poder haberlo acompañado en el camino a la victoria.

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